Lucio Álvarez
Invitado
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22 junio, 2016 a las 08:59 #3486

A MIS QUERIDOS AMIGOS ADOLFO Y SANTIAGO.
Y a todos los que sufrieron, sufren o vayan a sufrir, por la pérdida de un ser querido:

Mi más sincera identificación con vuestro dolor.
Os dedico este escrito con la esperanza de poder ayudaros a paliar algo vuestra pena. Sé que es difícil, yo también he sufrido grandes y considerables pérdidas: mi madre, cuyo comportamiento, ante una vida durísima, fue un ejemplo de coraje, tesón, fortaleza y también alegría, en todos los sentidos, p.ej.: perdió a tres de sus hijos, y no creo que haya dolor más grande que la pérdida de un hijo; la de la pequeña de mis hermanas, preciosa, en la flor de la vida, solo treinta y un años; la de mis dos hermanos mayores que fallecieron con apenas diez días de diferencia; amigos de la infancia, casi hermanos; familiares muy allegados… En fin qué sé lo que duele.
Siempre me ha ayudado a sobrellevar el dolor pensar que nadie se va realmente. Se va su forma, pero no su espíritu; se va su apariencia pero no su alma. Y no se va lo que nos unió a estas personas: el Amor. Eso permanece para siempre. Además, esta vida es solo un transito. Es una escuela. Venimos a aprender, a mejorar, a evolucionar. Y las personas que ‘se van’, lo hacen porque ya han terminado está fase de su progreso. Pasan al siguiente curso, a un grado superior. En ese sentido, aunque nos duela la aparente separación por el apego que sentimos hacia ellas, hemos de estar alegres, contentos de que evolucionen, de que progresen. Como nos pasaría con un hijo que marchase al extranjero a perfeccionar sus estudios. Estaríamos contentos por encima de nuestro dolor -permitidme que lo diga- egoísta. Suframos por nosotros, pero alegrémonos por ellas. Amor desinteresado.

Sabéis que podéis contar conmigo para cuanto necesitéis, y que estas palabras que os dirijo salen del corazón.
Un fuerte abrazo y las palabras de Facundo Cabral como ‘hasta luego’:

“No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó porque para allá vamos todos, además lo mejor de él, El Amor, sigue en tu corazón.
Quién podría decir que Jesús está muerto. No hay muerte, hay mudanza y del otro lado te espera gente maravillosa, Gandhi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre que creía que en la pobreza está mas cerca el amor porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja porque nos hace desconfiados”.

Lucio Álvarez