Hola a todos.
¿Qué más puedo aportar a lo que ya habeis comentado acerca del curso?
En primer lugar, gracias por vuestro generoso esfuerzo en compartir el particular punto de vista de cada uno, los cuales, se acercan tremendamente a mi sentir y percepción del mismo.
No quiero redundar en todo lo que habeis comentado. Creo que está muy claro el ambiente, la fraternidad, la ilusión y las ganas por agradar de todo el mundo.
Por ello me quiero centrar en las EMOCIONES.
Dice la psicología, que de esto sí que entiende mucho, que hay 6 emociones básicas:
– Alegría
– Tristeza
– Ira
– Miedo
– Asco
– Sorpresa
La primera (Alegría), es la emoción positiva por excelencia.
Las siguientes cuatro (tristeza, ira, miedo, asco) son emociones negativas, pero que, en modo alguno, nos ayudan de una manera irracional a preservar nuestra existencia.
La última de ellas (sorpresa), puede ser negativa o positiva, dependiendo del tipo de sorpresa.
Ahora me pregunto: ¿Qué emoción reinó durante el curso? Creo que todos contestaremos que reinó la alegría. Pero qué es esa alegría. Esa alegría es AMOR. Sí, AMOR en mayúsculas.
En esta sociedad hemos adoptado de nuestros ancestros, de nuestra idiosincrasia, el miedo o tabú de pronunciar la palabra AMOR, de decirle a un amigo, familiar, vecino, amigo…: ¡¡¡ TE QUIERO !!!
En Aikido en general, en el curso de Julio en particular, lo que ha reinado, desde el centro, desde el Musubi, desde el respeto, desde el Aiki… ha sido el AMOR.
Y ese amor, es el amor que todos y cada uno de nosotros hemos llevado al tatami en nuestros corazones. Nos decía el maestro Lucio el Sábado en la mañana: «Aprecio el buen ambiente que se ha generado. Y ese buen ambiente no se genera solo. Ese buen ambiente lo traeis y generais vosotros«.
Las enseñanzas de los maestros Alberto, Roberto y Pepe, en absoluta sintonía con ese Aiki, el Musubi y Misogi del Aikido, no hicieron si no conectar nuestros corazones para trabajar en el centro, en la unión, en la armonía… Incentivaron en nosotros esa voluntad en la búsqueda del centro, de la armonía con el compañero. Tanto es así que, en una sala abarrotada de gente practicando, no hubo que lamentar ningún accidente, ningún percance…
Considero que reinó esa atención en la unión, que reino ese respeto, esas ganas por ofrecer al compañero, y desde luego, me atrevo a decir que, desde la emoción de la ALEGRIA, reinó el AMOR.
«Donde esté tu atención, allí está tu energía» . Sabia frase, que sin ninguna duda, imperó el fin de semana del curso. La atención individual y colectiva, incentivada y dirigida por nuestros maestros, estuvo centrada en la unión y el centro.
En nuestras manos está seguir en esa búsqueda del Aiki, en seguir llevando al tatami, Y FUERA DE ÉL, ese «buen rollo» del curso, ese AMOR.
Que la alegría sea nuestra emoción predominante, y que el amor se extienda desde nuestros corazones a todo lo que nos rodea.
FELIZ VERANO A TODOS Y PRONTA RECUPERACIÓN PARA EL MAESTRO LUCIO.
Diego