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Abierto
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Buenas noches,
Hoy en clase el Maestro Lucio nos ha hecho ver que después de la genial clase solidaria del sábado, le extrañaba que no hubiera ningún comentario de nadie de los que asistimos. Pues sí, muchas veces vamos pensando en nosotros mismos, pasamos por la vida más rápido de lo que deberíamos y no compartimos nuestras impresiones, nuestras vivencias, nuestras experiencias con el resto. Así que ahí va:
lo primero y ante todo, agradecer sobre todo a los Maestros Lucio, Alberto y Roberto por haber organizado tal evento, siendo éste un evento solidario, tan poco común en nuestra asociación como necesario en tantas ocasiones en otros ámbitos de la vida.
La clase, pues estupenda como siempre que realizamos o que se organiza una clase fuera del horario habitual de las clases diarias, donde existe la posibilidad de practicar con otros compañeros de otros dojos, y además, por añadidura, en este caso, sabiendo que va realizado para una buena, buenísima causa, como es la compra de una silla de ruedas para un atleta paralímpico, el cual, asistió firme y expectante a las dos horas que duró la clase. Su cara, al menos eso fue lo que yo veía cuando le miraba, era la de estupefacción al vernos practicar, felicidad, y casi siempre con una sonrisa en su cara. Debía pensar qué extraño este deporte/lucha/arte marcial que aunque se estén “breando” no parece que lo hagan a mala fe.
En fin, bromas aparte, me pareció estupendo el fin de la clase, ayudar a alguien necesitado. Siempre se ha dicho que el aikido es el arte de la paz, y que mejor acto de paz y armonía que intentar que una persona tenga derecho o pueda acceder a un medio necesario para su trabajo. Qué bonito ha sido unir aikido con ayuda a una persona.
En el ámbito de la clase, qué decir; me pareció una parte de un curso, los Maestros enseñando sus técnicas, la charla del Maestro Lucio, tan interesante como siempre, y además añadir que me pareció muy muy necesaria para hacernos ver de dónde venimos en el aikido, cuál es su fondo, cuál es su inicio, a quién nos debemos, qué hacemos allí,…. Tantas y tantas preguntas.
El dojo espectacular, el día radiante, los compañeros geniales, y los Maestros, como siempre, perfectos (desde mi humilde punto de vista). ¿Qué más se puede pedir?
Ah! Si! Qué Álvaro pueda recibir su silla por la que tanto está luchando, y que seguro conseguirá. Al menos, en este caso, el aikido ha servido para acortar más ese vacío entre atleta y herramienta para trabajar.¡Ánimo Álvaro!
Alex (Dojo Villalba)
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