¿Porqué el porqué de la práctica?… por Luis de la Torre

 

Como todos los títulos de mis artículos, absurdo. Pero así son las cosas para mí y así os las voy a contar, según las pienso.

A modo de esquema inicial, para que no os perdáis en la exposición que realizo ni, sobre todo, yo tampoco, quiero analizar este espinoso asunto de las motivaciones, o mejor dicho, causas que nos mantienen en la práctica, desde cuatro aspectos que, a continuación, enumero:

 

·       Motivos para el comienzo de la práctica.

·       Las causas que nos impulsan a seguir practicando: la “teoría” de Jesús Chenoll.

·       Las causas o motivaciones que, según los Maestros, deberían impulsarnos a practicar.

·       La necesidad de dichas causas.

Revisado el esquema, comenzamos con las causas que nos inducen a comenzar la práctica del Aikido.

Lo mejor para comprender los motivos por los que entramos en un Dojo de Aikido, de Karate, en un equipo de fútbol, en una hípica, en una piscina olímpica, en un club de fans o en un grupo de cine-forum, es leerse el artículo de Jesús “¿Por qué practico Aikido?”, que precisamente es lo que me ha impulsado a escribir este texto. En dicho artículo, se exponen, de forma clara y concisa, los mecanismos psicológicos que determinan la acción humana, fundamentalmente, como veréis, en virtud de la necesidad y del grado de motivación provocado por ésta. En mi opinión, el conocimiento de esta estructura mental para la ejecución de acciones, me parece importantísima por la capacidad que otorga este conocimiento, en cuanto a la intervención individual en la toma de decisiones con respecto a las acciones a realizar. Me explico mejor: es crucial para un futbolista conocer el mecanismo de golpeo al balón, para así mejorarlo y decidir cuál es la mejor forma de colocar el pie en cada ocasión, y no dejar en manos de la biomecánica una oportunidad de gol en la final de la Champions. O sea, si conozco el proceso por el que actúo, puedo intervenir en el proceso y variarlo, variando así la acción resultante.

En todo caso (me he ido un poco del tema), las causas por las que comenzamos la práctica están perfectamente expresadas en el mencionado texto de D. Jesús.

El segundo epígrafe del esquema anterior es cuando la matan. La “teoría” de Jesús, perfectamente válida para el primer punto, es decir el comienzo de esta práctica o de cualquier otra, me parece insostenible y contradictoria con el hecho de practicar AIKIDO. Probablemente no lo sea con otro tipo de actividad, pero si con Aikido. Las motivaciones por la que seguimos “entrenando” serán las que sean, pero debemos ser conscientes de que éstas pueden ser “ilícitas”, como son las que plantea Jesús. No solo debemos ser conscientes, sino que debemos evitarlas. Es que son opuestas al espíritu que se nos pretende trasmitir.

“…Nos sentimos integrados y aceptados por el grupo o por parte de él.

Luego ya, creo que se puede entrar en el cuarto escalón de la pirámide: motivaciones, necesidades o intereses más profundos, encontrándonos de bruces con nuestro ego, ese que desea ser «estimado», «reconocido», en ocasiones «adulado».

Desde la honestidad pienso que a todos nos gusta llevar la Hakama, símbolo del reconocimiento del Maestro o Profesor cuando te la permite vestir, y que de alguna manera nos reconforta en el interior por el avance conseguido y porqué no, nuestra imagen ante otros compañeros de menor o mayor grado. La superación personal como actitud mental sana es encomiable, el mundo está plagado de ejemplos.

También creo que surgen cosas como el hecho de poder dar un consejo a un compañero de menor grado, aunque como dice el Maestro , sólo podemos enseñar lo que estamos seguros de conocer bien…”

Puede que sea verdad (o no), pero es que esto es ¡¡precisamente lo que queremos evitar practicando Aikido!!. La humildad, el desapego, la extinción de nuestro ego. Si lo que pretendemos es el reconocimiento del Maestro o de nuestros compañeros, deberíamos practicar otra actividad. La superación personal, en sí misma, no creo que sea una actitud encomiable y ahí, sí que el mundo está plagado de ejemplos. El tener que ser mejor, más competitivo, mejor profesional, más fuerte, más listo…esto es el tocomocho de la superación personal. ¿Es que nos olvidamos de que hay que practicar sin la intención de hacerlo bien? ¿Cuántas veces hemos oído eso? Es la trampa de nuestro ego, ser mejor cada día y, de paso, ser mejor que mis compañeros, ser más reconocido que ellos.

Aún es más explícito esto:

“- realizar un ejercicio físico que en la medida de lo posible me ayude a estar y a sentirme mejor.

– formar parte de un grupo de compañeros y compañeras que me han demostrado cosas muy buenas respecto a las relaciones humanas dentro y fuera del dojo.

– encontrar un «método» para encontrarme más seguro, para sentirme más seguro…en un principio más a nivel físico, y poco a poco aprendiendo que la seguridad no la proporciona sólo la aplicación de una ó 100 técnicas marciales”

Para responder a estas motivaciones, existen actividades que se adaptan mucho mejor: boxeo, jujutsu, kung-fu, full contact, judo, karate…..

¡Tenemos que cambiar! Estas motivaciones, aunque sean reales, debemos evitarlas, olvidarlas y buscar las que nos dirigen en la misma dirección que marca el sendero de esta vía. Es más, en algún momento (mejor cuanto antes), deberemos decidir qué es para nosotros el Aikido. Deberemos adquirir un compromiso con lo que nos enseñan los maestros. Debemos empezar a sentir que realmente es una vía de desarrollo espiritual y por tanto esa debe comenzar a ser nuestra motivación. Mientras practicamos, mientras vamos vaciando nuestra mente, mientras nos vamos despojando de nuestras miserias, mientras nuestro ego va desapareciendo, en definitiva, mientras nos vamos purificando, nuestras motivaciones para la práctica van cambiando en el mismo sentido. Ese es el verdadero trabajo que debemos realizar. En ese momento, efectivamente, cambian nuestras necesidades y motivaciones.

Ahora conectamos con el tercer punto del esquema. Los maestros, comenzando por el nuestro, nos dicen estas cosas:

“El aikijutsu se transformó en Takemusuaiki, una Vía de Amor y de Paz, que nada tiene que ver ya, en su esencia, con el concepto habitual de la lucha y apela a la concordia y el equilibrio entre toda la Creación. El compromiso de cada aikidoka como individuo consiste en no olvidar este principio, en practicarlo efectivamente y difundirlo para bien de todos; se difuminan así los sentimientos egoístas y partidarios en la, mucho más hermosa y fecunda, realidad del principio de igualdad esencial entre todas las cosas.”

Lucio Álvarez

“El Arte de la Paz no es fácil. Es una lucha hasta el fin, la matanza de los malos deseos y de la falsedad interior. En algunas ocasiones, la voz de la paz resuena como un trueno, sacudiendo a los seres humanos y sacándolos de su letargo.”

M. Ueshiba

“Estás aquí con el solo propósito de darte cuenta de tu divinidad interior y manifestar tu iluminación innata. Alimenta la paz en tu propia vida y luego aplica el Arte a todo lo que encuentres.”

M. Ueshiba

“Estáis en el tatami para trascender y purificar vuestras reacciones agresivas, para adoptar el espíritu de un samurai a través del descubrimiento de la propia responsabilidad social.”

M. Saotome

Y así podríamos seguir folios y folios. He elegido estas citas, porque todas ellas están incluidas en algún texto de la Asociación (página web, folleto de introducción…)

¿Qué tiene que ver esto que nos dicen los maestros, con llevar Hakamas, tomarse cañas con los compañeros o tener seguridad por saber hacer kote gaesi?

Todo esto no está mal, ni bien. Es completamente insustancial. No deben ser nuestras motivaciones para la práctica. Insisto ¡Tenemos que cambiar!.

Y en todo caso, abordando el último punto del esquema, ¿Por qué debemos analizar las causas que nos impulsan a la práctica? ¿No sabemos, en nuestro interior, que debemos practicar y nada más?

No es necesario analizar los motivos. Si queréis, y desde un punto de vista más “oriental”, puede que valga con pensar que ahora “nos toca” practicar Aikido, en el camino que todo ser humano lleva, indefectiblemente, hacia la unidad esencial.

De todas formas, sin llegar a planteamientos tan etéreos, D. Jesús Chenoll, excelente persona y gran compañero, escribió en la ficha de inscripción de la Asociación: “Para tratar de ser mejor persona”. Este es el umbral de los verdaderos motivos que deben animarnos.